Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

Señor ¿a quién iremos?

Jesús le preguntó a los doce: ¿También ustedes quieren marcharse?
Juan 6:66-67

Charles Spurgeon


Muchas personas han abandonado a Cristo y ya no caminan con él; pero ¿ qué motivo tendrias tú para hacer un cambio en tal sentido? ¿Hubo alguna razón en el pasado?¿No ha probado Jesús ser tu Señor que suple todas tus necesidades? Se hace presente esta mañana y te pregunta ¨¿Acaso he sido para ti un desierto?(Jeremías 2:31)
Cuando tu alma ha depositado su sencilla confianza en Jesús,  ¿te ha decepcionado?  Hasta este momento, ¿no has probado que el Señor es tu amigo compasivo y generoso, y tu sencilla fe en él no te ha dado la paz que tu espíritu podría desear? ¿Podrías siquiera soñar con un mejor amigo que él? Entonces, ¿porqué habrías de abandonar al amigo antiguo, fiel y verdadero, por uno nuevo y falso?.
 ¿Puede algo en la actualidad impulsarte a abandonar a Cristo? Cuando nos vemos agobiados por los problemas del mundo o por las difíciles pruebas dentro de la misma iglesia, una de las más grandes bendiciones es contar con el tierno abrazo de nuestro Salvador que apoya nuestra cabeza en su hombro.Este es el gozo que tenemos hoy, que somos salvos en él , y como este gozo es tan satisfactorio, ¿por qué habríamos de pensar siquiera en cambiarlo?.
¿Quien sería tan necio como para cambiar el oro puro por basura? Jamás renunciaríamos ni nos desprenderíamos del sol hasta no haber hallado una luz mejor; ni tampoco abandonaríamos a nuestro Señor con la esperanza de que aparezca uno mejor.Y como esto jamás pasará, nos aferraremos a él con todas nuestras fuerzas y pondremos su nombre ¨como una marca sobre nuestro brazo¨(Cantares 8:6)
Y en cuanto al futuro, ¿puedes pensar en algo que podría surgir y que te hiciera amotinarte o desertar a tu antigua bandera para servir a otro capitan? ¡Seguro que no! Si nuestra vida es larga o corta, Jesús nunca cambia.Si somos pobres, ¿qué mejor que tener a Cristo, quien puede enriquecernos? Cuando estamos enfermos, ¿Qué más podremos desear que tener a Jesús atendiéndonos junto a nuestro lecho? Aunque enfrentemos la muerte, ¿no está escrito acaso que ¨ni la muerte ni la vida... ni lo presente ni lo por venir... podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor¨? (Romanos 8:38-39)
Por lo tanto, podemos con seguridad responder como lo hizo Pedro: ¨Señor.... ¿a quién iremos? (Juan 6:68)