Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

Nuestra santidad

Llamados a ser santos.
Romanos 1:7

Charles Spurgeon

Somos propensos a considerar que los santos apostólicos del primer siglo eran más santos que cualquier otro hijo de Dios.Creemos que los apóstoles eran personas extraordinarias que no estaban sujetas a las mismas debilidades y tentaciones que nosotros; pero todos aquellos llamados por la gracia de Dios y santificados por su Espíritu son santos. No obstante, al pensar así olvidamos la verdad de que mientras más cerca de Dios vive el hombre, mayor será la intensidad con la que padecerá por su malvado corazón y mientras más honre a su Maestro con su servicio, más lo tentarán los males de la carne día a día.
Lo cierto es que si hubiéramos conocido personalmente al apóstol Pablo, lo habríamos considerado bastante parecido al resto de nosotros dentro de la familia de Dios. Y luego de haber hablado con él, habríamos opinado: ¨Su experiencia es bastante similar a la nuestra. Es mas fiel , más santo y más instruido en la Palabra de Dios que nosotros, pero tiene las mismas ( si no peores) pruebas que enfrentar¨. ¨Por lo tanto, no consideres que los santos de la antiguedad estaban exentos de dificultades, debilidades o pecados, y no te refieras a ellos con una reverencia mística cercana a la idolatría. El nivel de santidad que ellos consiguieron es posible para nosotros, dado que fuimos ¨llamados a ser santos¨ por la misma voz que los llamó a ellos a su elevada vocación.
En realidad, es responsabilidad de cada cristiano abrir su propio camino hacia este círculo íntimo de la santidad, y si encontramos que los logros de los santos de antaño fueron superiores a los nuestros (como en verdad lo fueron), sigamos su ejemplo copiando su pasión y su santidad. Tenemos la misma luz que ellos tuvieron y la misma gracia es accesible a nosotros, por lo tanto, ¿por qué habríamos de sentirnos satisfechos con algo menos que un carácter celestial? Ellos vivieron con Jesús y vivieron para Jesús y entonces fueron como Jesús. 
Al vivir en el mismo Espíritu, vivamos de la misma manera que ellos. ¨Fijemos la mirada en Jesús¨(Hebreos 12:2) Entonces, nuestra santidad se manifestará pronto.