Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

¿Tenemos derecho a enojarnos?

Dios le dijo a Jonás: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto?
Jonás 4:9

Charles Spurgeon

El enojo no es necesariamente un pecado en todos los casos, sin embargo como suele tener la tendencia de descontrolarnos, cada vez que aflora debemos rápidamente cuestionar su naturaleza. Tendríamos que formularnos la siguiente pregunta:¨¿Tienes derecho a enojarte?¨Y habrá ocasiones en que la respuesta sea: ¨Si¨porque a veces es el fuego del cielo¨(2 Reyes 1:10) de Elías; pero con frecuencia no es más que la manifestación de un hombre que está fuera de control. Enojarse por el pecado es algo bueno porque el pecado está en contra de nuestro buen Dios lleno de gracia. Es bueno enojarse contra uno mismo por actuar con necedad frente a tantas instrucciones piadosas o enojarse contra otros cuando el único motivo de nuestro enojo es el mal que está causando. El que no se enoja ante el pecado es partícipe de este, porque el pecado es repugnante, despreciable y ningún corazón renovado podrá soportarlo con paciencia. Dios mismo se enoja a diario con los malvados y su Palabra dice: ¨El Señor ama a los que odian el mal¨(Salmo 97:10).
No obstante, es mucho más frecuente que nuestro enojo no sea encomiable ni justificable, por lo que nuestra respuesta debiera ser: ¨No, no tengo derecho a estar enojado¨¿Por qué nos irritamos con nuestros hijos, nos exasperamos con nuestros empleados y nos esfadamos con nuestros amigos? ¿Es esta clase de enojo honrosa para nuestro testimonio cristiano o acaso glorifica a Dios? ¿No es este tipo de enojo evidencia de que nuestro antiguo y malvado corazón procura recuperar el control? ¿No debemos resistirlo con todo el poder de nuestra naturaleza renacida? Muchos que profesan ser cristianos permiten que su temperamento reine con libertad, como si fuera inútil resistirse.
No obstante, los creyentes tenemos que recordar que debemos en todo esto (ser) más que vencedores por medio de aquel que nos amó¨(Romanos 8:37), de otro modo, no recibiremos la corona.
Si no somos capaces de controlar nuestro temperamento, ¿qué ha hecho la gracia por nosotros? alguien dijo una vez que la gracias está injertada en el tocón del manzano silvestre más amargo. Esto quizás sea cierto, pero entonces el fruto ya no será amargo. Jamás tenemos que usar nuestras debilidades naturales como excusa para pecar. En cambio, sin falta debemos acudir a la cruz y rogarle al Señor que crucifique nuestro temperamento y renueve en nosotros la amabilidad y la humildad que refleja su imagen.