Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

Con la mirada puesta en Jesús

Fijemos la mirada en Jesús.
Hebreos 12:2

Charles Spurgeon

La función del Espíritu Santo es guiarnos siempre a poner nuestros ojos en Jesus y quitarlos de nosotros, pero Satanás se ocupa de hacer exactamente lo contrario, ya que de continuo trata de hacernos pensar en nosotros en vez de en Cristo.Satanás insinúa: ¨Tus pecados son demasiados para ser perdonados, no tienes fe, no te arrepientes lo suficiente, nunca persistirás hasta el fin, no tienes el gozo de un hijo de Dios y tu manera de aferrarte a Jesús es débil y vacilante¨Todos estos pensamientos son sobre el yo, sin embargo jamás habremos de hallar consuelo y seguridad mirando dentro de nosotros mismos. El Espíritu Santo hace que quitemos los ojos del yo diciéndonos que nada somos; pero Cristo es nuestro ¨todo en todos¨ (1Corintios 15:28).
Recuerda, lo que te salva no es que tú te aferres a Cristo, es Cristo el que te salva. No es tu gozo en Cristo lo que te salva.... es Cristo. Ni siquiera es tu fe en Cristo, aunque este sea el medio que él emplea... es la sangre, la obra y el valor de Cristo..Por lo tanto, no mires tu mano con la que te aferras a Cristo... mira a Cristo.No mires tu esperanza... mira a Jesús, la fuente de tu esperanza. No mires tu fe... mira a Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe¨(Hebreos 12:2).
Jamás hallaremos felicidad si miramos nuestras oraciones, nuestra obra o nuestros sentimientos. Lo que nos da descanso para nuestra alma no es lo que somos nosotros sino lo que es Jesús. Vencer rápidamente a Satanás y hallar la paz con Dios solo se consigue cuando ¨fijamos la mirada en Jesús¨.Fija tus ojos solo en él. Mantén en tu mente su muerte, su sufrimiento, su obra, su valor, su gloria y su intercesión por sobre todas las cosas. Cuando te levantes por la mañana, fija tu mirada en él y al acostarte por la noche, fija tu mirada en él.
Jamás permitas que tus esperanzas o tus temores se intermpongan entre tú y Jesús. Ve tras él con ahinco y él jamás te fallará.

Mi esperanza firme está
En la sangre de Jesús.
No confiaré en nada más
Solo en la gloria de la cruz .
                                                   Edward Mote, 1797-1874